Ignacio Pellicer. Espíritu indomable.

No me busqueis en mi lecho que no estaré. No lloreis por mi ausencia, pues no me fui. En los valles y cimas aprendí a vivir, y con vuestros pasos las cimas recorreré.

domingo, 28 de febrero de 2016

A PROPÓSITO DE IGNACIO


Por Ruth Ballonga


Cuando conocí a Ignacio, en el Grupo de Montaña San Jorge, yo tendría 20 ó 21 años. Recuerdo que me llamó la atención su espíritu rebelde con lo establecido, sus largas charlas mientras subíamos o bajábamos montañas, amenizando la ruta con actitudes desternillantes cuando el camino se presentaba difícil. Su peculiar forma de hacer las cosas, siempre entregado, siempre con una sonrisa. Como aquélla bajada del Aneto durante una semana santa, la nieve estaba tan blanda que en cada pisada nos hundíamos hasta el ancón. Era desesperante no avanzar después del palizón de la subida por Coronas. De repente Ignacio, para motivarnos, sobre todo a las chicas, desapareció en uno de los muchos agujeros de nieve para enseguida aparecer de un salto y con una sonrisa. Lo hizo varias veces y consiguió que el camino nos pareciera menos dificultoso y pesado.


Tengo que agradecerte que estuvieras siempre que te he necesitado, dispuesto a ayudar en lo que fuera necesario, como con aquel viejo 127, mi primer coche que tú reparaste tras un siniestro que lo dejaba para la chatarra. Con cuatro chapas de un desguace, remachadas (literalmente),  y el posterior estucado morado, estuvo listo de nuevo. Cuántas risas hicimos. 


Hacía años que no te veía, la vida te va distanciando, pero siempre supe de ti a través de tus hermanos. A finales del pasado verano, tuvimos la necesidad de reencontrarnos contigo. Tengo alguna foto tomada mientras volabas (tu pasión). Al día siguiente nos llevaste a Luis y a mí a buscar setas. Recuerdo la conversación que mantuvimos, como antes, pero con la serenidad que dan los años. Comimos en casa de mi hermana Noemí, nos contaste más historias vividas, y nos despedimos con un “volveremos pronto”. Este último encuentro fue nuestra despedida, la parca me concedió esa oportunidad. Me siento afortunada de haberte conocido. Adiós Ignacio, amigo.




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EL ORIGEN DE UNA AMISTAD. AQUELLOS MARAVILLOSOS 80'S

Por Miguel Ángel Navarro

A medida que vamos entrando en años nos ocurre algo muy curioso. Nuestra vida se va volviendo tan rutinaria, que no guardamos los recuerdos con la misma intensidad que en épocas pasadas, generalmente en los años de loca juventud, cuando las vivencias son tan emocionantes que nos dejan una huella imborrable dentro del cerebro. Es frecuente que no recordemos algunas cosas de las vacaciones de hace un par de años, y sin embargo podemos precisar con todo lujo de detalles acontecimientos de hace treinta.
Algo así me ocurre a mí, ya que puedo situar en el tiempo el momento exacto en el que conocí a Ignacio como si hubiera ocurrido ayer.
Corría el año 1985 (joer, cómo pasa el tiempo!). Fue el miercoles 16 de octubre cuando animado por mi amigo JR, me dejé caer por el Grupo de Montaña San Jorge. Yo tenía 19 años y unas ganas locas de vivir nuevas experiencias. Así pues, todavía con la resaca de los pilares, y resonándome en la cabeza el concierto que el jueves anterior dieron en la Romareda Alaska y Dinarama con Gabinete Caligari, enfilé con decisión la calle Fernando Antequera y me planté en la sede que allí tenía el club.
Era un semisótano de uno de los edificios del grupo Salduba próximo al parque grande. Allí conocí y congenié de inmediato con una serie de "personajes" que rápidamente se convertirían en mis amigos. Qué digo mis amigos!, se convertirían en lo más parecido a una familia.
Entre aquellos personajes, Ignacio brillaba con luz propia. Vestido de cualquier manera, se hacía querer de inmediato con aquella sonrisa ingenua, cabellera eternamente despeinada, y una mirada pícara tras unas gruesas gafas siempre empañadas. Teníamos todos los ingredientes para caernos bien, pues compartíamos la pasión por la montaña, y una afición desmedida por la mecánica.
Ese fin de semana realicé mi primera salida con el club, pero no sería hasta el puente de Reyes cuando saldría por primera vez con Ignacio al monte.
Ese mes de enero de 1986, el día de Reyes cayó en lunes, por lo que disponíamos de todo un puente de tres días para disfrutar en la montaña. En aquella época no había demasiada información de lo que la meteorología nos iba a deparar. Teníamos la información del meteorólogo del telediario (el de la 1 o el de la 2. No había más), y existía un teléfono del centro meteorológico del Ebro, mediante el cual un contestador automático que se iba actualizando cada 12 horas, te relataba con voz monótona y cansina una previsión bastante genérica para el pirineo. Era lo que había...
Por todo ésto, no era de extrañar que los fenómenos climáticos más extremos nos sorprendieran en la montaña. Luego...salíamos como podíamos.
Un nutrido grupo de aguerridos montañeros enfilamos la carretera de Huesca, rumbo a la Selva de Oza. A bordo del Renault 6 de Pelacho y la SAVA de Ignacio, nos plantámos en el Valle de Hecho.  El alcalde de Hecho nos facilitó la llave de un refugio próximo al camping...y allí que nos dirigimos. Debido a que la carretera estaba cortada por nieve, tuvimos que dejar los coches aparcados unos kilómetros antes de llegar, ponernos las mochilas y...a abrir huella.
Nada más comenzar la caminata, a todos nos llamó la atención que Ignacio no llevaba una mochila como todos, sino dos.
- Ignacio, Ignacio. ¿Se puede saber por qué llevas dos mochilas? - dijimos todos.
- Pueeeeees, es que llevo muchas cosas. Y además he cogido un melón.
- ¿Un melooooooon? - dijimos a coro.
Pues sí, un melón. Todos andábamos con el peso restringido a mínimo, y el bueno de Ignacio cargaba con cajas de leche y galletas, hornillo grande, comida y más comida...y un melón que había cogido para repartirlo entre todos en el refugio. Así era él...
Una vez instalados en el gélido, gélido refugio, nos cayó a lo largo del puente lo que viene a ser un temporal de nieve espectacular. No paró de nevar y ventisquear hasta el día de marchar, lo cual no nos impidió una intentona al Castillo Acher en medio de una tormenta de nieve de órdago.
Normalmente, cuando dejas un coche aparcado a la orilla de una carretera cortada por nieve, y se pone a nevar, nevar y nevar...pues eso, que se te queda el coche atrapado.
Hoy en día, esas cosas no pasan porque, en primer lugar, el exceso de alertas por riesgo de nieve hace que la gente se quede ese finde en Puerto Venecia. Y Si aún así se te queda un coche atrapado en la nieve, sacas el teléfono móvil del bolsillo y exiges, despotricas, y pones firme al que te atiende al otro lado de la línea, que para eso pagas tus impuestos y su obligación es rescatarte, y deprisita!!.
En esa época, esas cosas se encajaban con deportividad. Entonces uno iba y sacaba la pala del coche, o el respaldo del asiento de la furgoneta, o lo que se le ocurriera...y se ponía a palear.
Tras varias horas paleando y empujando coches, y después haber avanzado lo menos 100 ó 200 metros...ocurrió el milagro. Un quitanieves militar se dejó caer por el lugar porque iban a abrir camino hasta el fondo de Oza, y nos salvó de quedarnos a vivir allí hasta el deshielo.

Ignacio a la izquierda, JR centro y yo a la derecha
Como había tanta nieve, la SAVA iba "panzeando" y perdió el escape enter0.

Pelacho poniendo cadenas en su bólido.


La mítica SAVA de Ignacio tras la nevada.

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jueves, 25 de febrero de 2016

Foto de Pepe Barranco Arroyo.
Pepe Barranco Arroyo
2 h ·
El pasado domingo murió en Castejón de Sos nuestro amigo Ignacio Pellicer en un accidente cuando se preparaba a tomar tierra tras un vuelo con su ultraligero.
Conocí a Ignacio en el Grupo de Montaña San Jorge en el otoño de 1986.
Juntos hicimos bastante montaña invernal en aquellos años finales de la década de los ochenta. Luego, descubrió su verdadera pasión: volar.

En la foto (tomada por Yolanda Ballonga el 30 de enero de 1987 en el Valle de Pineta) podemos ver a Ignacio abajo en primer término, en el centro, recostado sobre la nieve después de construir un muñeco de nieve tras un intento invernal fallido a la Cara Norte del Monte Perdido.
Ignacio nos deja buenísimos recuerdos de su persona y de sus acciones.
Yo creo que un ser humano sigue viviendo tras la muerte en la memoria de las personas que le conocimos y pienso también que, además, tenemos la obligación moral en vida de trabajar para que ese recuerdo en los demás sea el mejor posible.
Ignacio cumplió con esta obligación muy por encima de la media.
Pepe.
Quiero dejar otro recuerdo de Pepe para con Nacho debido a que el facebook es muy efimero y aqui quedara reflejado
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miércoles, 24 de febrero de 2016

Quiero compartir aqui las palabras que Gerardo Bielsa gran amigo de Ignacio que ha puesto en facebook para que los que no habeis tenido la suerte de leerlas.
23 h ·
ADIÓS AMIGO
Nos conocimos hace más de veinticinco años, media vida. Vino con su novia a hacer un curso de parapente en nuestra escuela de vuelo y se quedó en el Valle. Dejó atrás su trabajo en la General Motors y decidió vivir entre las montañas. Construyó conmigo y otras dos personas, el primer hangar que hubo en Castejón de Sos, cuando sólo volaba un viejo ultraligero.
Veinticinco años dan para mucho: Montaña, esquí, escalada y, sobre todo, volar. En parapente y en ultraligero. Llegó a comprar tres aviones y fabricó otros tantos engendros voladores. Como yo, había estudiado en un colegio de curas, y como a mi, se nos quedó un cierto punto de rebeldía y aversión a la norma establecida y al dogma inamovible. Por eso lo cambiaba todo, lo ponía todo en duda, creaba sus teorías que defendía vehementemente. Mostraba cierto grado de provocación en su conversación, que a veces exageraba, siendo en realidad su pensamiento más racional y moderado de lo que aparentaba. Modificaba siempre los aviones, los motores, las hélices, o los fabricaba de manera diferente. En los últimos años se obsesionó con los motores eléctricos, convencido de que iban a ser el futuro de la aviación.
Cientos de páginas podrían escribirse sobre sus historias y anécdotas, pero hablaré de las cosas importantes. Tras una silueta que no destacaba por nada en especial, había un tipo duro, de los de antes, fuerte, trabajador, honrado, una de esas personas en las que puedes confiar plenamente. Si alguna vez yo hubiera necesitado ayuda, fuera lo que fuera, de día o de noche, aquí o a mil kilómetros, estoy absolutamente seguro que él hubiera respondido. Me gustaría pensar que he estado a su altura. Si tuviera que destacar una cualidad suya, yo diría que era una “Buena Persona”, y posiblemente sea esa la cualidad más importante que pueda tener un ser humano.
Me quedaré para el recuerdo con esos magníficos vuelos que nos hicimos juntos este otoñó, con Beatriz Parera, por el Pirineo y los que hizo él sólo por los valles franceses. Y sobre todo, con su cara de felicidad difuminada tras las gafas empañadas y su sonrisa después de cada aterrizaje.
Adiós amigo Ignacio, “Primico”. Cada vez que entre en el hangar, echaré de menos tus máquinas voladoras, tus herramientas desordenadas, tus proyectos a medio acabar y te echaré de menos a ti.
Foto: Probando cohetes en el campo de vuelo.

Foto de Gerardo Bielsa.


Mucha gente intenta volar pero antes hay que conseguir alas.
Tuve la suerte de participar en alguno de eso engendros voladores mano a mano en el torno y aun me rio al acordarme.Gracias
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NO SE QUE AVENTURAS CORRERE SIN TI

CADILLAC SOLITARIO (Loquillo)

por  José Ramón Pérez (JR)
Quiero empezar mi relato adaptando una canción de Loquillo a las aventuras que hemos vivido juntos.
Dedicada a Ignacio que con su sonrisa, su fuerza y su animo me daba la seguridad de que todo iría bien aunque volasemos separados. José Ramón Pérez (JR)


Siempre quise ir a escalar
dejar un día esta ciudad.
Cruzar el aire en tu compañía.

Pero hace poco que me has dejado,
y probablemente me habrás olvidado.
No sé que aventuras correré sin ti.

Y ahora estoy aquí sentado
en un viejo vivac con el parapente enrrollado
junto al Marboré, a mis pies lo demás
y hace un momento que me has dejado,
aquí en las laderas de Castejon,
con la última rubia que vino a probar
el asiento de atrás.

Quizás el "martini" me ha hecho recordar
Nacho, ¨por qué no volviste a llamar?
Creí que podía olvidarte sin más
y aún a ratos, ya ves.

Y al irse el Nacho me he sentido extraño,
me he quedado solo, escalando un largo,
quizás he pensado, nostalgia de ti
y desde esta pico donde estoy parado
me he sorprendido mirando a tu barrio,
y me han atrapado luces de ciudad.

El amanecer me sorprenderá
dormido, borracho en cualquier vivac,
junto a las laderas triste y solitario
y dice la gente que ahora eres formal
y yo aquí borracho en el vivac
bajo las laderas triste y solitario.
Y no estás tú.


Os dejo un relato volando desde el Posets en su compañia.



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EMPEZANDO POR EL FINAL

Este blog es una historia diferente, de un tipo diferente.
Diferente porque sirve para contar historias de quien fue muy especial, nada convencional.
Diferente porque en lugar de contar esas historias en orden, aquí empezamos por el final.
El domingo 21 de febrero de 2016, Ignacio se fue. Y se fue haciendo lo que más le gustaba hacer: volar.
El martes 23 de febrero de 2016 realizó su último vuelo desde el despegue de "Abedules", lugar en el que fueron esparcidas sus cenizas de la mano de su hermano Agustín.
Así pues, este final pretende ser el principio de algo. Y ese "algo" no es sino un blog, en el que todos aquellos que tengamos historias que contar sobre Ignacio, lo hagamos.
Son tantas las anécdotas y aventuras que unos y otros hemos vivido junto a él, que supongo, espero, que llenemos páginas y páginas con relatos y fotografías.
Y de este modo conseguiremos que Ignacio no se marche nunca, y que permanezca aquí para siempre.




Publicado por Unknown en 7:29 1 comentario:
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