Verano de 2013. Castejón
de Sos (Huesca). Temperatura ambiente, 27º.
Por Santi Hernández De Andrés
Verano de 2013. Castejón
de Sos (Huesca). Temperatura ambiente, 27º.
Dos amigos entran tiritando
a la cafetería del camping y mientras se ponen
encima un forro polar, le
piden, al recio camarero, dos cafés con leche al
tiempo que el resto de los
clientes del bar, una pintoresca mezcla de guiris y lugareños, contempla curiosos
nuestros intentos por entrar en calor.
Una “mocoseta” con pecas, ajena a la tiritona que llevábamos
pide
gritando:
._ Pon me un corneto !
El camarero le atiende sin
prestarle demasiada atención y se vuelve hacia Ignacio:
._Donde os habéis metido
ésta vez?
._Venimos del Posets
(contesta con voz tranquila Ignacio), pero se nos ha echado encima una nube y casi nos congelamos.
._Bueno del Poset, del
collado de Sahún, de la Sierra de Chia, del Turbón …. hoy se movía algo el
aire, pero ha sido un vuelo precioso (repuse).
Un vuelo más, y todos
magníficos, los que hicimos en biplaza, los que hice bajo tu mirada cuando me
diste la ”suelta" y los pequeños saltos de escuela que hacíamos con un
montón de amigos, casi cada año por los alrededores del refugio de Cerro Marradetas.
Quiero decir la verdad;
espero poder volver a ver la puesta de sol sobre el Monte Perdido y quiero
volver a hacer escuela con quien quiera compartir un día de aventura y felicidad.
Pero estoy seguro de que lloraré como un crío cuando vuelva a tu valle, a tus y nuestras queridas montañas del valle de
Benasque, y vuelva a ver una vela deslizándose suavemente sobre el curso del rio Esera.
No, nada será igual, pues
el recuerdo de los buenos momentos y del amigo perdido, será inevitable que
vuelvan a los que tuvimos la suerte de conocerte.
Nos dejas no solo el
ejemplo del hombre tenaz que vive conforme a su ideal de libertad. Para mi lo
mejor de ti fue tu generosidad sin límites.
Es curioso que yo, que no
soy creyente, tenga la sensación, la impresión, la seguridad absoluta, de que
siempre, y para siempre, algo tuyo va a quedar en esas montañas.
Cuantos de nosotros
habremos sabido vivir, al final de nuestros días, saborear y disfrutar la vida
como lo hiciste tú, mi buen amigo.
Nos dejas mucho por
llorar, mucho por pensar pero por encima de todo en la medida en que cada uno podamos,
nos dejas la gran tarea de compartir con quien quiera recibirlo, el amor que
todos sentimos por nuestras montañas, por los ibones, por volar, por las estrellas, en definitiva, por lo que hace que la vida merezca la pena.
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